El 21 hice una sencilla entrada sobre la Primavera, porque ese es el día en que acostumbramos festejarla (y yo no trabajaba, interesante detalle).
No pude evitar recordar que cuando era chica, solía hacer carteles para darle la bienvenida (una premonición del blog, quizá??).
Una vez, creo que tendría unos 5 o 6 años, mi papá, al ver los carteles, me dijo: "¿Y del invierno pobre, quién se acuerda?". Así que, recogí el guante, un poco compungida y preparé también, unos carteles de despedida a la estación que mala fama se ha hecho ( a mi me gusta, aclaro, porque, claro, ¡que viva la Primavera!, con sus flores, sus perfumes, sus colores, es fácil quererla!!, así cualquiera!!).
Hoy, 23 de Septiembre es la fecha del equinoccio de Primavera que comenzó en éste hemisferio (Sur) exactamente a las 6:05 (a esa hora yo estaba durmiendo, babeando a lo Homero Simpson los últimos minutos que me quedaban), pero igual hago mi pequeño homenaje ahora, al anochecer.
Por éstas latitudes el ciclo dura 89 días y 7 hs, y, en el hemisferio norte 92 días y 9 horas. Lo que nos crea el desafío de vivirla mas intensamente!!!!. El próximo año nos llegará un poco mas temprano: el 22 a las 11:49. No, no pretendo imitar a Crónica T.V (son inimitables!!! los argentinos me entenderán, es un canal de noticias peculiar) . Después no nos preguntemos cómo es que el tiempo se pasa tan rápido!!!!.
¿Sabría la chiquita que colgaba carteles que otros en tiempos inmemoriales también celebraban los ciclos de la naturaleza? Sabría que muchos años después colgaría un post al respecto?. No crean que estoy taaan modernizada, también hice, como los antiguos, mis gestos a la tierra.
Con éste post homenajeo al invierno que se va yendo: Gracias por resguardar la tierra., por desperezar las semillas, por adormecer la savia para que hoy pueda fluír a borbotones, por el calor de la lana, por hacernos ansiar el calor del sol, por la alegría del fuego.
Tenemos en cajas la magia
que coce al instante el alimento.
En un click, el poder de la llama,
o que suelta una perilla como el viento.
Y, sin embargo, volvemos,
al esfuerzo de mover leños,
a llenarnos de humo,
a tiznarnos los dedos,
a mezclarnos con chispas,
a pelear con insectos,
para buscar el abrigo,
para comer con los nuestros.
Y volvemos a gestos atávicos,
y celosos se guardan secretos,
al cocinar en discos de arado,
a la intemperie, sobre hierros.
Y gestamos el pan en úteros de barro,
y nos acurrucamos en invierno
como para volver a gestarnos.
Y nos espantara el frío
del alma y de los huesos .
¿Será que nos devuelve algo
del remoto orgullo de cuando
nos supimos poco mas que bestias?
¿Guardan, nuestras células, la memoria,
de cuando en la noche de los tiempos
se volvieron nuestras manos diestras
en jugar al genesis con la levadura?.
¿Y nos sentimos un poco amos,
superiores entre las criaturas.?
¿Qué bestias ahuyentamos hoy?
¿Qué nos susurran lo leños?
¿Son ecos antiguos, rezos?
Son esos sonidos guturales
que nos vuelven de cuando,
sin idioma, fue el fuego
quien nos hizo sentarnos
por primera vez en círculo
a masticar, a olfatearnos,
a reconocernos, a amarnos.
Y volvemos, sin intuírnos
nostalgiosos prometeos,
a reconquistar el fuego.
[Silvina Pángare]
Quizá sean un poco disimiles el tono de la introducción y el poema. Pero todo convive en mí. Esa es ésta alma enlunada.