sábado, 21 de marzo de 2015

Amasando el equinoccio (y sincronicidades)



  En el equinoccio anterior, de primavera, retomé la escritura (como pude) del blog, d. F (después de Fran). Sin pensarlo mucho, en éste equinoccio de otoño volví a amasar después del nacimiento de mi bebé.
 No recuerdo otro pase tan radical del verano al otoño. Ayer, al atardecer (cuando astronómicamente occurría el equinoccio), un viento sur espantó el calor estival luego de unas jornadas  exageradamente cálidas que nos sofocaron. Como si el estío se apurara a arder en sus últimos días y se agotara en si mismo.


Elegimos una receta del libro mágico que es el "Libro del pan" de Pablo Perret. Un libro del que me enamoré cuándo viajamos a Córdoba, estando de duelo, a sacudirnos la pena, y que infructuosamente busqué... hasta que el libro me encontró, de la mano de mi mamá, que me lo regaló (sin saber que yo lo buscaba), cuando estaba recién embarazada de Fran, para ayudarme a "amasar paciencia".




 Como si un libro de pan no fuese ya suficiente arte por si solo, está lleno de dibujos, de poesías y de historias. Un libro que celebra el alimento mas ancestral del hombre.










Desde muy chica amo celebrar el paso de las estaciones con algún ritual. Antes hacía carteles... .ésta vez decidí estrenar una batea que hacía años quería comprar... y volver a amasar...



Ya la noche anterior dejé mi cocina limpia y ordenada. Dispuse un repasador y un paño nuevos. También cambié la agarradera por una de lana que tejió mi abuela Elsa (doy permiso para que se rian de éstas nimiedades y generen endorfinas)





Sin proponermelo, me puse un delantal que también fue de mi abuela y saqué la harina de unos tarros de aluminio que me regaló mi nona María. Como un diálogo risueño de las dos mujeres que tanto han amado amasando. Una aún "mas acá" y otra "Mas allá" (bueno, quién sabe cuál estará en realidad mas cerca...)






Me sentía ligeramente emocionada por volver a amasar. Casi temblorosa. Desde el primer paso debía contar un hora. Sin proponérmelo, cuando miro el reloj eran las 12:05. Hora de mi nacimiento y del de mi hermano menor. Números que también juegan con la fecha en que nació mi hijo: 12/05...



Necesitaba una música un poco mas telúrica, así que puse a Ana Prada y a Lisandro Aristimuño que en ésta mañana ventosa cantaba:

"De tu luz que da azules turquesas 
El viento traerá de frío mi río
Y los días van, otoño invierno..."

Como si hubiese elegido una cortina musical exacta. (Sin proponérmelo)


Y así como me envolví yo en un chal y envolví a mi niño en éste primer día otoñal, también envolví a mi pan en aguayo.







Si hay algo hermoso son las vetas de la madera. Allí, reflejando la luz de la mañana nublada.



Elegimos una receta simple de masa integral.




Y ahí hay un romance silencioso de trigo y árbol que se cuentan sus memorias de la tierra.



Y desde el libro, se susurraba como una plegaria, las palabras exactas de Lucía Glauce Baldowin



 Cuando amaso me siento diferente. 
Olvidada de rencores.
Hago una rueda con la harina y en el centro pongo agua y sal.
Hundo la masa pegajosa, la estiro con el palo blanco
le doy la forma

Y me creo Dios.
El olor a pan sale del horno
inunda el campo, la casa, el ropero, mi corpiño.
Todo es pan ese día.
Y cuando saco agua del pozo
Un rostro joven me sonríe desde el fondo.









Unos panes simples endulzado con miel, canela, pasas y frutos secos.



y luego otros dos: uno salado con oliva, especias y queso. Y un tercero: neutro.




Dalí se aletarga y se duerme en cualquier pañito que  encuentra mientras se hornean los panes y la casa se llena de olor a levadura y, ya sin música, del arruyo tibio del horno mientras atardece.



Y yo escribo éste post, con delantal, restos de harina en los dedos y sacando pancitos calientes...




Imposible no agregar alguna foto del responsable de mis espaciados posts...




¿Y ustedes?
¿Hacen alguna ceremonia para el cambio de estaciones?
Felíz equioccio otoñal!